
El Camp Nou fue escenario de una de las noches más intensas de los últimos años, con un partido que tuvo de todo: remontadas, goles espectaculares, polémicas arbitrales y un ambiente que recordó los grandes clásicos del pasado. El Barcelona venció 4-3 al Real Madrid en un duelo que mantuvo a los aficionados al borde del asiento hasta el último segundo. El conjunto blanco golpeó primero con un arranque demoledor.
Kylian Mbappé, protagonista absoluto del primer tramo del encuentro, abrió el marcador desde el punto penal y amplió la ventaja minutos después con un remate cruzado que dejó sin opciones a Ter Stegen. El 2-0 en apenas 20 minutos parecía sentenciar la noche, pero el Barça se negó a rendirse. El equipo de Xavi Hernández reaccionó con determinación y encontró el descuento en una jugada de balón parado:
Eric García se elevó entre los defensores merengues y cabeceó con potencia al fondo de la red. A partir de ese momento, el partido cambió de ritmo. El joven Lamine Yamal, en una demostración de talento precoz, empató con un disparo al ángulo que encendió al estadio. En la segunda mitad, el Barcelona tomó el control del balón y castigó los espacios que dejaba la defensa blanca. Raphinha, con dos apariciones decisivas, dio vuelta al marcador con un doblete de precisión quirúrgica.
El Real Madrid volvió a meterse en el partido gracias a otro tanto de Mbappé, que completó su triplete personal y demostró por qué sigue siendo una de las estrellas más desequilibrantes del mundo. Sin embargo, el Barça mantuvo la compostura y resistió la presión en los minutos finales, sellando un triunfo que tiene sabor a revancha. Con esta victoria, el equipo azulgrana recorta distancia en la tabla y recupera confianza en su proyecto deportivo, mientras que el Real Madrid deberá reordenar su defensa y gestionar la frustración de haber dejado escapar una ventaja clara. El Clásico volvió a ser lo que siempre promete: una batalla de orgullo, talento y pasión, que esta vez tuvo color blaugrana.











