Afganistán atraviesa una nueva fase de aislamiento bajo el régimen talibán, que en las últimas semanas ha impuesto severas restricciones al acceso a Internet en todo el país. La medida, considerada una de las más drásticas desde el regreso del grupo al poder, ha limitado profundamente la vida cotidiana de millones de afganos, afectando no solo la comunicación con el mundo exterior, sino también el acceso a la educación, la información y los servicios básicos. Informes de observadores locales e internacionales señalan que los cortes de Internet ya abarcan prácticamente todo el territorio.
De manera alarmante, el bloqueo parece estar dirigido especialmente a mujeres y niñas, quienes desde el cierre de universidades y escuelas secundarias han recurrido con mayor frecuencia a la enseñanza en línea como única alternativa educativa. Ahora, con las nuevas restricciones, ese canal también se ve truncado. Según el canal afgano Tolonews, el servicio de Internet por cable está prácticamente bloqueado en todo el país.
Sin embargo, el problema no se limita a la red de cable: la organización Netblocks, reconocida por su monitoreo global de interrupciones en la red, informó de un “apagón completo de Internet” en Afganistán. Esta situación ha sido corroborada por la Agencia de Prensa Alemana, que tampoco ha podido establecer contacto con residentes o autoridades, ni mediante telefonía móvil ni a través de llamadas en línea.
Los antecedentes del actual apagón se remontan a principios de septiembre, cuando ya se registraban bloqueos en varias provincias del norte. En la región de Balkh, un portavoz del gobierno provincial confirmó que las restricciones habían sido ordenadas directamente por Haibatullah Akhundzada, líder supremo de los talibanes. Como justificación, se mencionó la necesidad de prevenir la “inmoralidad”, un término ambiguo que, bajo la interpretación del régimen, se ha traducido en la imposición de medidas severas contra las libertades individuales. Las consecuencias más graves recaen sobre las mujeres y las niñas afganas.
Tras la clausura de los centros de educación formal para ellas, el aprendizaje en línea se había convertido en un espacio vital de resistencia y esperanza. Con los cortes actuales, esa posibilidad desaparece, sumiendo a miles en un futuro aún más incierto. Organizaciones como Netblocks han advertido que la situación podría endurecerse, ya que se prevén nuevas restricciones de conectividad dirigidas específicamente a las mujeres.
Este desarrollo evidencia cómo los talibanes continúan utilizando el control tecnológico como herramienta para imponer un orden social restrictivo y marginar deliberadamente a la población femenina, debilitando sus oportunidades de educación, trabajo y comunicación con el mundo exterior.