La compañía de chips más grande del mundo, Nvidia, ha sorprendido a la industria tecnológica al anunciar una multimillonaria inversión en Intel, una empresa que en los últimos años ha enfrentado dificultades para recuperar su posición de liderazgo. Nvidia invertirá 5.000 millones de dólares en acciones de Intel, con el objetivo de forjar una alianza estratégica que impulse el desarrollo conjunto de hardware de nueva generación para centros de datos y computadoras personales.
Según explicó Jensen Huang, director ejecutivo de Nvidia, la colaboración busca “expandir nuestros ecosistemas y sentar las bases para la próxima era de la computación”. Aunque Intel no recibió aún el esperado contrato para fabricar los procesadores de Nvidia, la noticia sacudió a los mercados: sus acciones se dispararon hasta un 30 por ciento en las operaciones previas a la apertura de Wall Street, registrando el mayor salto de su historia reciente. Con esta operación, Nvidia se convertirá en uno de los principales accionistas de Intel, al pagar 23,28 dólares por acción, un valor superior al que abonó el gobierno de Estados Unidos el mes pasado cuando adquirió un 10 por ciento de participación estratégica en la compañía.
Este respaldo supone un triunfo clave para Intel, que ha atravesado años de intentos fallidos de reestructuración y pérdida de cuota de mercado frente a competidores más ágiles. El núcleo de esta alianza se centra en una tecnología de Nvidia que permitirá que los nuevos chips desarrollados en conjunto puedan comunicarse entre sí a mayor velocidad, una característica crucial para las aplicaciones de inteligencia artificial, donde el procesamiento de enormes volúmenes de datos requiere un flujo ultrarrápido entre unidades. Las empresas, sin embargo, no han especificado cuándo estarán disponibles los primeros productos surgidos de esta cooperación.
El acuerdo también introduce nuevas tensiones en el ecosistema global de semiconductores. Para el fabricante taiwanés TSMC, proveedor habitual de los chips insignia de Nvidia, la alianza representa una amenaza directa, ya que podría perder parte de su negocio si Intel comienza a producir esos componentes de forma interna. La propia división de fabricación por contrato de Intel, que hasta ahora solo ha acumulado pérdidas, podría recibir un impulso decisivo con este respaldo.
Al mismo tiempo, el anuncio ha impactado negativamente a otros actores clave: las acciones de AMD, principal rival de Intel en el mercado de procesadores para consumo y servidores, cayeron casi un cuatro por ciento en la apertura, mientras que los títulos de TSMC que cotizan en Nueva York retrocedieron un 1,6 por ciento. Para muchos analistas, esta operación marca el inicio de una nueva etapa en la industria, en la que Nvidia, Intel y sus socios buscarán liderar la transición hacia una era dominada por la inteligencia artificial y la computación de alto rendimiento.