El gobierno de Estados Unidos ha dado un nuevo paso en su estrategia para limitar el avance tecnológico de China, esta vez apuntando directamente contra los gigantes surcoreanos de los semiconductores, Samsung y SK Hynix. Según el Registro Federal publicado el viernes, Washington decidió revocar los permisos especiales que permitían a estas empresas adquirir equipos de producción de chips en Estados Unidos para utilizarlos en sus plantas ubicadas en territorio chino.
A partir de ahora, dichas adquisiciones estarán sujetas a un sistema de licencias que entra en vigor en un plazo de 120 días. La medida también menciona a Intel, aunque su impacto será menor, dado que la compañía estadounidense ya vendió su división de producción en China a inicios de este año. El Departamento de Comercio aclaró que las fábricas actualmente operativas podrán seguir funcionando bajo un esquema de licencias, pero dejó claro que no habrá autorización para ampliar capacidades ni para implementar actualizaciones tecnológicas en las instalaciones chinas de las firmas afectadas.
En otras palabras, se trata de un freno directo al crecimiento y modernización de la producción de chips avanzados en China. El anuncio generó repercusiones inmediatas en los mercados financieros. Las acciones de los principales proveedores estadounidenses de equipos de fabricación de semiconductores —Lam Research, Applied Materials y KLA— registraron caídas entre 2,4 % y 4 %, reflejando la incertidumbre que despierta el endurecimiento regulatorio. Samsung y SK Hynix, por su parte, optaron por no emitir comentarios oficiales en una primera reacción.
Estas nuevas restricciones se enmarcan en el paquete más amplio de controles de exportación que Washington viene aplicando desde 2022 para obstaculizar el acceso de China a tecnologías estratégicas en el sector de los semiconductores. Hasta ahora, Samsung y SK Hynix habían gozado de una exención especial, dada su importancia global y las presiones diplomáticas entre Corea del Sur y Estados Unidos.
La decisión de retirar ese beneficio supone un giro significativo y refleja la determinación de la administración estadounidense de cerrar todas las posibles vías de acceso tecnológico a Pekín. Los analistas consideran que los grandes beneficiarios de esta política podrían ser los proveedores chinos de equipos, que encontrarían una oportunidad para cubrir la brecha creada por las restricciones, así como la estadounidense Micron, principal competidora de Samsung y SK Hynix en el mercado global de memorias.
Sin embargo, la medida también amenaza con tensar aún más las relaciones de Washington con Seúl, en un momento en el que Corea del Sur juega un papel crucial como aliado estratégico en Asia frente a la creciente influencia de China.
En definitiva, la decisión de Estados Unidos no solo es un golpe a los planes de expansión de las tecnológicas surcoreanas en China, sino también un movimiento que redibuja el mapa geopolítico de la industria de los semiconductores, donde la competencia ya no se mide únicamente en innovación, sino también en poder e influencia global.