Nueva York, julio de 2025 – La leyenda del tenis Venus Williams ha compartido públicamente una historia que mantuvo en silencio durante más de tres décadas: su dolorosa batalla contra los fibromas uterinos, una afección ginecológica que afectó profundamente no solo su rendimiento deportivo, sino también su bienestar físico y emocional.
En una entrevista exclusiva con NBC News, Self Magazine y People, Venus describió años de sufrimiento invisible, episodios de dolor tan intensos que apenas podía mantenerse en pie. “Llegué a estar tirada en el suelo del vestuario antes de un partido en Wimbledon, sin poder moverme del dolor”, relató con honestidad la campeona de siete Grand Slams.
Tres décadas de silencio y angustia
Los primeros síntomas comenzaron cuando Venus tenía solo 18 años. Durante años, múltiples médicos minimizaron su malestar, atribuyéndolo a otros factores como el entrenamiento extremo, el estrés o incluso su enfermedad autoinmune, el síndrome de Sjögren. El diagnóstico correcto no llegó sino hasta el año 2016, y aún así, las soluciones ofrecidas eran drásticas y limitadas: la histerectomía fue planteada como la única alternativa.
“No quería renunciar a mi cuerpo, a mi salud ni a mi futuro como mujer”, declaró Venus. La falta de opciones seguras y centradas en la paciente la llevó a buscar una segunda opinión. Finalmente, en 2024, encontró respuestas en el Centro para el Cuidado de Fibromas de NYU, donde fue atendida por la Dra. Tara Shirazian, especialista en salud ginecológica avanzada.
Cirugía, recuperación y esperanza
Venus se sometió a una miomectomía (extracción de los fibromas sin remover el útero), una intervención quirúrgica que no solo alivió su dolor físico, sino que también transformó su salud emocional. “Después de la cirugía, sentí que mi vida había vuelto”, confesó. “Ya no estaba atada al temor constante del dolor, ni a la incertidumbre de si podría competir o entrenar. Por fin pude respirar tranquila”.
El impacto emocional de una dolencia ignorada
Si bien Venus no fue diagnosticada clínicamente con una enfermedad mental, reconoce que el dolor crónico y la falta de atención médica adecuada afectaron profundamente su salud emocional. “Vivía esperando el próximo episodio. Eso no es vida”, comentó. “Cada vez que me subía a una cancha, no sabía si podría terminar el partido”.
Este testimonio sincero pone en evidencia una realidad ignorada durante mucho tiempo: los trastornos ginecológicos pueden tener efectos devastadores en la salud mental, desde la ansiedad hasta el agotamiento emocional. La deportista admite que hubo momentos en los que se sintió incomprendida, sola y emocionalmente desgastada.
Un llamado a las mujeres:
“Tienen derecho a exigir más” Hoy, ya recuperada, Venus ha convertido su experiencia en una misión pública. Coincidiendo con el Mes de Concientización sobre los Fibromas, ha lanzado una campaña para educar, empoderar y alentar a las mujeres —especialmente a las mujeres negras, quienes tienen hasta tres veces más riesgo de padecer fibromas— a que escuchen su cuerpo, pidan una segunda opinión y no acepten el dolor como parte normal de la vida.
“A las mujeres se nos ha enseñado a aguantar, a no quejarnos. Pero no podemos seguir así. El dolor no debe ser invisible.” Venus Williams, a sus 45 años, sigue siendo una fuerza imparable dentro y fuera de la cancha. Su valentía para hablar de un tema tabú, su defensa de la salud femenina y su mensaje de esperanza están dejando una marca aún más profunda que cualquier trofeo en su carrera.