La tensión política en Estados Unidos se intensifica a medida que la Casa Blanca anuncia nuevos movimientos de seguridad y vigilancia de cara al Super Bowl, uno de los eventos deportivos más seguidos del país. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, señaló este sábado que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) tendrá “presencia plena” durante el evento previsto para febrero, donde se presentará el artista puertorriqueño Bad Bunny en el espectáculo de medio tiempo.
Las declaraciones de Noem generaron debate en el ámbito político y social, ya que fueron interpretadas por algunos sectores como un mensaje con tono de advertencia hacia la comunidad latina y los asistentes extranjeros. “La ley será respetada, y esperamos que quienes asistan lo hagan dentro de las normas y el amor por este país”, expresó Noem. Paralelamente, el Presidente Donald Trump confirmó el despliegue de 300 miembros de la Guardia Nacional en el estado de Illinois, bajo coordinación del Pentágono y en consulta con autoridades estatales.
Sin embargo, el gobernador demócrata JB Pritzker calificó la medida como “una acción innecesaria y contraria a los valores estadounidenses”, reiterando que Illinois mantiene su autonomía en materia de seguridad interna. Desde la Casa Blanca, se enfatizó que el despliegue busca reforzar la protección de eventos masivos y prevenir disturbios, no intervenir en cuestiones migratorias.
No obstante, figuras cercanas al Presidente Trump, como Corey Lewandowski, habían insinuado anteriormente que podría haber operativos especiales en torno al Super Bowl, lo que mantiene en alerta a organizaciones de derechos civiles. Por su parte, Bad Bunny, quien en el pasado ha manifestado posturas críticas hacia la administración Trump, no ha emitido comentarios recientes.
Su participación en el evento deportivo más importante del país se mantiene confirmada, y la NFL ha expresado confianza en que el espectáculo se desarrollará “en un ambiente de respeto y unidad”. La expectativa crece, no solo por el espectáculo musical y deportivo, sino también por el mensaje que este Super Bowl podría enviar al mundo sobre el clima político y social en Estados Unidos.