El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó este sábado el despliegue de fuerzas militares en la ciudad de Portland, en el estado de Oregón, en medio de una creciente polémica a nivel nacional. Según el mandatario, la ciudad estaría “sitiada y devastada por Antifa y otros terroristas domésticos”, motivo por el cual instruyó al secretario de Guerra, Pete Hegseth, a movilizar todas las tropas necesarias para proteger tanto a Portland como a las instalaciones de la agencia de inmigración ICE.
En su mensaje a través de la red Truth Social, Trump agregó que también autorizaba el “uso de la fuerza a gran escala” si fuese necesario, aunque no ofreció detalles sobre lo que implicaría esa medida. El presidente afirmó además que la orden se emitió a pedido de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem. La decisión fue recibida con un fuerte rechazo por parte de las autoridades locales.
El alcalde de Portland, Keith Wilson, respondió que “el número de tropas necesarias es cero” y subrayó que la ciudad no enfrenta el nivel de violencia descrito por el presidente. La gobernadora de Oregón, Tina Kotek, también condenó la medida, asegurando que “Portland está bien” y que no necesita intervención militar. A las críticas se sumaron varios representantes demócratas del Congreso, entre ellos Suzanne Bonamici, Andrea Salinas, Val Hoyle y Maxine Dexter, quienes enviaron una carta en la que calificaron el despliegue como un abuso de poder que amenaza con escalar innecesariamente el conflicto y socavar la autonomía del estado.
Expertos en derecho constitucional recordaron que este tipo de órdenes generan preocupación por la posible violación de la Ley Posse Comitatus, que limita el uso de las fuerzas armadas en tareas de orden público dentro del territorio estadounidense. Según datos oficiales, los niveles de criminalidad en Portland no se corresponden con la narrativa presidencial, pues los delitos violentos y homicidios han disminuido durante 2025, lo que alimenta las críticas de quienes acusan a Trump de exagerar los problemas de seguridad para justificar una política cada vez más autoritaria.
Este movimiento se enmarca dentro de la agenda interna de Trump, que en los últimos meses ha ordenado despliegues similares de la Guardia Nacional y fuerzas federales en otras ciudades, entre ellas Los Ángeles, Memphis y Washington D.C. En todos los casos, las operaciones han sido justificadas por la administración como necesarias para enfrentar amenazas de seguridad, aunque las autoridades locales y grupos de derechos civiles denuncian que constituyen un intento de centralizar el poder federal y debilitar la autonomía de los estados. Mientras tanto, Portland vive con incertidumbre el anuncio de la Casa Blanca.
La presencia de tropas federales podría incrementar las tensiones en una ciudad que, según sus autoridades locales, no atraviesa un escenario de guerra ni de emergencia extraordinaria, sino más bien un enfrentamiento político sobre el control, la narrativa de seguridad y los límites del poder presidencial en tiempos de profunda polarización nacional.