El cruce de amenazas entre Estados Unidos y Venezuela se intensificó este viernes, cuando el presidente estadounidense Donald Trump advirtió que cualquier avión militar venezolano que pusiera en peligro a un barco norteamericano “será derribado”. Sus declaraciones, emitidas desde la Casa Blanca, se producen tras un episodio ocurrido a inicios de la semana en el que fuerzas estadounidenses dispararon contra un barco procedente de Venezuela, presuntamente cargado con narcóticos, dejando un saldo de once tripulantes muertos.
Caracas denunció de inmediato el hecho, calificándolo como “ejecuciones extrajudiciales” y acusando a Washington de recurrir a la fuerza de manera ilegal. Trump ha convertido la lucha contra el narcotráfico latinoamericano en uno de los ejes de su política exterior, asegurando que Venezuela, bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, se ha transformado en un “narcoestado” que protege y dirige redes criminales.
La Casa Blanca sostiene que Maduro mantiene vínculos con cárteles de droga y acusa a grupos como el Tren de Aragua, fundado en Venezuela, de operar como verdaderas organizaciones terroristas. Desde que Trump asumió la presidencia en enero, Estados Unidos incluyó a dicho grupo y a otras bandas en su lista de entidades terroristas internacionales, aumentando la presión política y diplomática contra Caracas.
Las tensiones no solo giran en torno al narcotráfico. Washington también reaccionó con preocupación a la amenaza del gobierno de Maduro de “invadir” Puerto Rico, un territorio no incorporado de Estados Unidos. En respuesta, Trump ordenó el despliegue de diez aviones de combate F-35 en la isla, con el objetivo de enviar un mensaje de fuerza y garantizar la defensa del territorio estadounidense.
La propia gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González-Colón, había solicitado apoyo militar en enero, advirtiendo que la amenaza de Maduro representaba un desafío directo a la soberanía y seguridad de la región. En una carta pública, instó al presidente a dar una respuesta clara a los “dictadores asesinos” como lo calificó. Por su parte, el presidente Nicolás Maduro ha elevado el tono de su discurso, acusando a Estados Unidos de ser “la mayor amenaza para América Latina en los últimos cien años”.
El mandatario venezolano asegura que cualquier intento de agresión militar contra su país desencadenará una respuesta armada inmediata. Según cifras oficiales, Caracas ha movilizado 340.000 soldados activos y millones de reservistas, en lo que describe como una estrategia de defensa nacional frente a un eventual ataque extranjero. La comunidad internacional observa con preocupación la escalada de tensiones.
Analistas advierten que el choque de narrativas —con Trump presentando a Venezuela como un centro del narcotráfico y Maduro acusando a Estados Unidos de imperialismo— puede generar un escenario de confrontación directa con repercusiones graves en la estabilidad regional. En paralelo, organismos multilaterales y gobiernos aliados intentan frenar la retórica bélica y abrir canales diplomáticos para evitar que la crisis desemboque en un conflicto abierto.