Yo creo que es sumir en un atraso tecnológico a una de las regiones que tiene una conexión pobre a nivel de Internet en América Latina… ¿o me equivoco?
Así podríamos empezar a reflexionar sobre la reciente decisión del gobierno boliviano de impedir la entrada del sistema satelital Starlink, propiedad del empresario Elon Musk, al país. En una era donde el acceso a Internet ya no es un lujo, sino un derecho esencial para la educación, la salud y el desarrollo económico, esta decisión ha generado debate.
Un contexto de desigualdad digital
Bolivia se encuentra entre los países con peores indicadores de conectividad en Sudamérica, especialmente en zonas rurales y poblaciones alejadas de los centros urbanos. Mientras otras naciones han buscado soluciones creativas y rápidas para mejorar su acceso a la red —como el caso de Perú, Colombia o incluso partes de África con el uso de Starlink— Bolivia parece haber optado por una vía más restrictiva, con argumentos centrados en la soberanía tecnológica y la protección de empresas estatales.
¿Soberanía o aislamiento?
Las autoridades bolivianas han señalado que permitir a Starlink operar en el país podría representar un riesgo para la independencia tecnológica nacional. También se ha argumentado que se están realizando inversiones en satélites propios, como el satélite Tupac Katari, desarrollado en cooperación con China. Sin embargo, la pregunta sigue en pie: ¿No es más soberano un país que empodera a sus ciudadanos con acceso libre y rápido a la información, a la educación y al trabajo remoto?
La soberanía no solo se defiende con restricciones, sino también brindando a la población las herramientas necesarias para crecer en igualdad de condiciones en el escenario global.
El acceso a Internet no puede esperar
Muchos ciudadanos bolivianos han expresado su frustración en redes sociales al ver que se impide el uso de antenas Starlink, incluso cuando el servicio podría marcar una diferencia significativa en comunidades rurales sin conexión.
Mientras tanto, países vecinos ya están aprovechando esta tecnología para reducir la brecha digital en sus regiones más vulnerables. Negar esta posibilidad en nombre de una regulación estatal estricta o intereses de empresas estatales parece, más que una política visionaria, una decisión ideológica anclada en el pasado.
Una oportunidad perdida
La llegada de Starlink podría haber sido una oportunidad para que Bolivia salte tecnológicamente hacia adelante, mejorando la calidad de vida, la educación y el acceso a servicios digitales para miles de bolivianos.
En cambio, se ha elegido mantener un modelo de control que, si bien defiende ciertos principios de autonomía, pone en pausa el desarrollo inmediato de su pueblo. En un mundo donde la conectividad define la oportunidad, Bolivia parece haber dado un paso atrás.
Williams Valverde.