Un equipo internacional de oftalmólogos y neurocientíficos ha logrado desarrollar un colirio experimental que podría revertir parcialmente el daño ocular producido por el glaucoma, una de las principales causas de ceguera irreversible en el mundo. El hallazgo fue publicado esta semana en la revista The Lancet Neurology y abre la puerta a una nueva generación de tratamientos neuroregenerativos no invasivos.
El colirio, llamado provisionalmente NeuroVisin, no solo detiene el avance del glaucoma como lo hacen los tratamientos actuales, sino que estimula la regeneración de las células ganglionares de la retina, las cuales transmiten señales visuales desde el ojo hacia el cerebro.
En los ensayos clínicos realizados en más de 200 pacientes en etapa inicial y moderada de la enfermedad, se detectó una mejora en el campo visual y en la percepción de contraste luego de 12 semanas de aplicación continua.
“Este avance demuestra que es posible activar mecanismos de reparación neuronal en el ojo humano”, afirmó la doctora Mariana Lenz, coordinadora del estudio y directora del Instituto Europeo de Neurociencia Ocular. “No es una cura completa, pero sí representa una recuperación funcional que antes creíamos imposible.”
El medicamento actúa mediante nanopartículas bioactivas que cruzan la barrera ocular y activan genes relacionados con la reparación nerviosa. Además, no genera molestias ni efectos secundarios significativos, lo cual lo hace especialmente prometedor para pacientes mayores, quienes suelen tener otras afecciones.
El glaucoma afecta a más de 70 millones de personas en el mundo. En la mayoría de los casos, la pérdida de visión ocurre de forma progresiva y silenciosa, por lo que muchas personas no notan los síntomas hasta que el daño ya es severo. Actualmente, solo existen tratamientos para reducir la presión intraocular, pero no hay terapias aprobadas que restauren la visión perdida.
Con este nuevo tratamiento en desarrollo, se abre una luz de esperanza para millones. Si todo avanza según lo previsto, el colirio NeuroVisin podría estar disponible a nivel clínico en menos de tres años, marcando un antes y un después en la oftalmología moderna.