En una noche histórica en Londres, Jannik Sinner, número uno del mundo, alcanzó por primera vez la final de Wimbledon al imponerse con autoridad ante Novak Djokovic en sets seguidos: 6‑3, 6‑3, 6‑4. El tenista serbio, siete veces campeón de este torneo, no pudo frenar el ritmo implacable de un Sinner dominante desde el primer saque.
El italiano, de 23 años, desplegó un tenis agresivo y certero, apoyado en un saque potente y una movilidad impecable, dejando claro que la generación emergente ha llegado con fuerza. Djokovic entró con problemas físicos tras una caída en la ronda anterior y recibió tratamiento médico, pero no se amilanó: buscó recuperarse en el tercer set, aunque su reacción fue insuficiente ante un rival que no cedió ni un solo quiebre.
El partido se concretó en una hora y 55 minutos, lo más corto para Djokovich en Wimbledon fuera de casos de abandono, y confirmó una transición generacional: para comentarista del BBC, Andrew Cotter, “es hora de que la nueva guardia asuma el mando” Sinner, emocionado, reconoció la magnitud del logro: “No puedo creerlo… este es un torneo que veía de niño por televisión. Nunca imaginé estar aquí disputando la final”.
Además, se suma a un selecto grupo de hombres que ha llegado al menos a finales en los cuatro Grand Slams desde 1995: Federer, Nadal, Murray, Djokovic… y ahora él mismo . Sinner se medirá ahora a su rival de siempre, Carlos Alcaraz, en una final que promete emociones y alta calidad, en lo que será una reedición del reciente duelo en Roland Garros, considerado por muchos como la mejor final del año.